"Entre todas las figuras bíblicas, que ilustran el misterio de la vocación, es preciso contemplar de modo singular la de María. Mujer joven que con su "si" hizo posible la Encarnación, creando las condiciones para que cualquier otra vocación eclesial se pudiese generar, ella es la primera discípula de Jesús y el modelo de todo discipulado.
En su peregrinación de fe, María siguió a su Hijo hasta los pies de la cruz, y después de la resurrección acompañó a la Iglesia naciente a Pentecostés. Como madre y maestra misericordiosa sigue acompañando a la Iglesia e implorando al Espíritu que vivifique toda vocación.
Es por tanto evidente que el principio mariano tiene un rol eminente e ilumina toda la vida de la Iglesia en sus diversas manifestaciones. Al lado de la Virgen, también la figura de su esposo José constituye un modelo ejemplar de respuesta vocacional."
Sínodo de los Obispos sobre "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional", 83.