La reflexión y la profundización que la comunidad de los creyentes ha hecho en torno a la figura de María a lo largo de los siglos han referido siempre a la Hija de Sión a los misterios de Cristo y de la Iglesia. Así lo puso de relieve el Concilio Vaticano II que, en el capítulo VIII de la Lumen Gentium, realiza una síntesis equilibrada y trata a María desde una perspectiva cristológica y eclesial. No es posible entender la figura de María si no es en referencia a Cristo y a su Iglesia.