San Juan Pablo II dio muchas vueltas al planeta para conseguir «dar la vuelta al mundo» que le tocó vivir. Fueron tiempos revueltos, muy difíciles, que solo una persona con las dotes humanas y espirituales que le adornaron podía acometer. Lo hizo en su larguísimo pontificado y lo que quizá sea más importante, se adelantó al tiempo, dejando marcado el itinerario que debía recorrer el mundo en el tercer milenio. San Juan Pablo II con su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte marcó la hoja de ruta que debe llevar la Iglesia, alma del mundo, para que llegue éste a buen puerto. Este camino, este itinerario que debe seguir el hombre es Cristo. Su predicación constante en vida fue Jesucristo y, tras su muerte, su legado es Cristo, Camino, Verdad y Vida. Pedro Beteta, dejando bien claro que el autor de este libro es san Juan Pablo II, ofrece al lector una Vida Antológica de Cristo mediante selectos textos en los que el Papa enmarca el Misterio del Redentor del hombre desde la creación hasta Pentecostés. Sigue el hilo conductor cronológico de la vida del Señor, buscando con María el rostro de Cristo. El Cardenal Julián Herránz, que fue un gran colaborador del Papa, dirigiéndose a unos periodistas, les decía: «Juan Pablo II ha batido el record del que ustedes los periodistas hablan poco. Para mí es el hombre que más horas ha pasado metiéndose en las escenas del Evangelio, para tratar la humanidad de Cristo con esa intimidad con que lo hacían san Juan de la Cruz o santa Teresa».
