¡Curioso profeta este Don Pedro, que no siendo profeta en su tierra, desde lejos -¡y desde tan lejos, sin una fisura en el tiempo, sin una escapada, sin una escapatoria, sin una breve vacación!- profetiza y evangeliza no solamente América, sino a sus mismas tierras antiguas de Cataluña, de España y toda Europa!¡Curioso obispo que, no quieriendo brillar con las pompas del oficio, viviendo proletariamente su episcopado, desmitificando y desmitrando su presencia y su apariencia, va esculpiendo, con la pluma, la vida y la palabra: con la sangre, la paz y la paciencia, la figura del buen pastor del siglo XX, del obispo de siempre para hoy, que recoge lo más puro del venero, lo permanente de la antigua -que no vieja- tradición, para encarnarlo de manera original en su tierra y en su tiempo, en su Iglesia y en su pueblo, en su mundo y en su historia!¡Curioso este maestro, popular ysencillo, que no quiere subirse a altas cátedras para enseñar a su comunidad: que sabe que en los fieles el Espíritu es el único que mantiene y aviva la llama de la fe, y que el predicador no es más que un eco de la voz que clama en el desierto, pero que se ha convertido, sin quererlo, en maestro de fieles y de obispos, en luz que alumbra desde la Iglesia nueva y luminosa, la Iglesia joven latinoamericana, virgen, fuerte, mártir evangelizada hasta anteayer y ahora evangelizadora de las viejas iglesias, las grandes cátedras y las antiguas catedrales europeas!.