Las emociones nos mueven y dan vida. Gracias a ellas nos sentimos vivos. Pero no siempre nos ayudan a acertar. Lo ha avisado el papa Francisco: «Creer que somos buenos solo porque sentimos cosas es un tremendo engaño». Esto es el emotivismo. No basta con decir: «más razón y menos sentimientos», como si estuviesen enfrentados. En el corazón humano todo está unido. Sin pasión no tendríamos vida, sin afecto no haríamos nada. No hay que elegir entre razón y sentimientos. La solución no está en elegir una sola parte, sino en contemplar el todo de la vida desde el corazón, desde el amor.