En 1940, pocos meses antes de recibir la ordenación sacerdotal, García Morente escribe una carta a su director espiritual, José Ma García Lahiguera, en la que relata el hecho extraordinario que vivió en la noche del 29 al 30 de abril de 1937. En esta carta explica su radical conversión a la fe, su profunda y singularísima experiencia de Dios y su decisión de entregarse a las almas a través del sacerdocio.