El 2 de septiembre de 1995, Henri Nouwen empezó un año sabático con la intención de romper completamente con su dinámica de trabajo para dedicarse exclusivamente a escribir. En este tiempo se agolparon numerosos pensamientos y sentimientos sobre la vida interior, sobre la amistad, sobre la vocación, sobre lo que los demás esperaban de él, sobre su vivencia de la muerte... La narración termina un mes antes de su muerte.