INSTITUTO SUPERIOR DE PASTORAL
Cuando abordamos el ateísmo nos debemos preguntar: pero, ¿ateos? de qué Dios? ¡No olvidemos que a los primeros seguidores de Jesús los acusaron, con razón, de «a-teos» del Dios del Imperio! Ahora, cuando hablamos de «crisis de Dios», nos tenemos que cuestionar: crisis? ¿de qué Dios? ¿De qué Dios estamos hablando? ¿Qué Dios es el que ha entrado en crisis? En definitiva: ¿En qué Dios creemos? Lo que ha entrado en crisis es ese «Dios diferente» (Ch. Duquoc), kenótico y compasivo, identificado con el sufrimiento humano, con los pobres y excluidos, no el dios de los salones. Ha entrado en crisis, más allá del aparente revival de lo religioso, porque es un Dios que pone en crisis a la humanidad y a la propia religión, como las ponen los injusticiados de este mundo. A un creyente cercano al mundo de la exclusión no le preocupa el ocaso de una religión de la abundancia que se mantiene «de espalda a los pobres». Lo que le interpela es la radical crisis del cristianismo como crisis de Dios.