El libro quiere destacar aspectos puntuales de la rica y sugerente figura de Edith Stein. Aunque aparentemente inconexos, todos ellos sirven a perfilar, desde aproximaciones dispares, ese puzle complejo e inacabado de la rica personalidad steiniana. Los sucesivos capítulos proyectan siluetas de diferente trazo, con los que ir montando una imagen, siempre incompleta, de la figura y personalidad de esta mujer excepcional.
Solo el amor de Dios salva al hombre. Ella misma vivirá su fe cristiana y vocación de carmelita desde esta experiencia y convicción; y así quiere interpretar el devenir de sus congéneres. Se sintió agraciada por ser destinataria de las gentilezas divinas para con el ser humano.
Los diversos apartados del texto son otras tantas manifestaciones de la senda emprendida bajo este auspicio: al origen de todo está el amor de Dios; el que nos tiene y al que hemos de corresponder. Todo un programa de vida, en el que habrá de ponerse a prueba, un día sí y otro también, la exigencia y grandeza que dicha actitud implica; en el convencimiento de que todo sirven para el bien del sujeto concernido.