¿Pero no hay al menos unos ocho millones de personas que van a Misa (que celebran la Eucaristía) cada domingo? Y, además van libremente, sin que nadie les obligue, como obligan las leyes del Estado. No solo eso, sino que, también libremente, dan algún dinero para poder seguir yendo... ¿No constituye eso una mayoría decisiva, o sumamente importante al menos? ¿No expresa así cada semana el pueblo lo que la retórica habitual llama su "soberanía", o lo que le queda de ella? ¿Qué partido, de izquierdas, de centro o de derechas, reuniría a lo largo y ancho de la geografía de España, un domingo tras otro, durante muchas semanas, llueva o nieve o haga un sol de justicia, a la décima parte de esa multitud, sin repartir bocadillos, o sin tener que pagarles los autobuses sin ofrecerles el espectáculo de unos políticos entrenados para el combate, para la descalificación... Llega la hora de la verdad para la política: ¿cómo es posible que luego, en la liturgia del voto, esa "mayoría" se vea tan poco representada?